Posteado por: aliciaenelpaisdelasmascarillas | May 23, 2010

El Salado: malo porque sí, malo porque no…

El Salado: malo porque sí, malo porque no…

La masacre del Salado, que tuvo lugar entre el 16 y el 21 de Febrero del año 2000, es uno de los episodios de violencia contra la población civil más sangrientos de la historia reciente y es, tal vez, uno de los más recordados; o por lo menos, uno de los menos olvidados. En estos días, ejércitos paramilitares arrasaron con la región del Carmen de Bolívar, dejando un saldo de 60 muertos y un interminable rastro de terror. Este ataque injustificable tuvo lugar con el fin de limpiar la zona de auxiliadores de guerrilleros que azotaban la región, de acuerdo con lo que los victimarios plantearon al momento de la masacre. Sin embargo, como se pudo comprobar posteriormente, la gran mayoría de las víctimas mortales de esta masacre –si no todas- nada tenían que ver con los grupos guerrilleros. Pero entonces, ¿Por qué ocurrieron estas muertes?

Parecería, entonces, que es inevitable que en zonas de conflicto la población civil se vea integrada, de una u otra forma, al conflicto. Existen los colaboradores de los grupos al margen de la ley, existen los colaboradores del ejército, y existen aquellos que no son ninguno de los anteriores pero que igual son victimizados como consecuencia del conflicto. Pero, ¿por qué son los inocentes igualmente vinculados en el conflicto y victimizados como consecuencia de éste?

Parte de la respuesta a esta pregunta puede encontrarse en el estigma. Se entiende por estigma aquella forma de inculpar u otorgar una responsabilidad a alguien basándose en pretextos, condiciones sociales y meras suposiciones. Es esto lo que se hace cuando se tilda a un grupo de personas, sin la evidencia ni material probatorio necesario, de ‘guerrilleros de civil’ o auxiliadores de los paramilitares; acción que tiene lugar en todas las zonas de conflicto y que es llevada a cabo por los actores armados como una forma de expandir su lucha, fortalecer su dominio, ‘identificar’ al enemigo, y finalmente deshacerse de una u otra forma de su responsabilidad al trasladarla a la víctima.

Fue esta estigmatización la que estuvo bajo el accionar de los grupos paramilitares en la masacre de El Salado. Las AUC atacaron a esta población inerme con la justificación de que eran auxiliadores de la guerrilla y que estaban fortaleciendo la lucha insurgente. Basados en esta concepción asesinaron a sangre fría y de manera brutal a más de 60 personas, ante la presencia de sus familiares y amigos que debieron presenciar como cortaban sus cabezas y jugaban con ellas. Adicionalmente, se lavaban las manos al trasladar la responsabilidad de lo sucedido a la población civil que opinaba cosas como “si lo mataron por algo será, quién sabe en qué pasos andaría”.

Así, evidenciamos como la estigmatización se encuentra enraizada en el conflicto y contribuye de manera fundamental a los resultados y degradación del mismo. Ahora, el problema con la estigmatización es que es prácticamente inevitable, o por lo menos aparentemente incontenible. La creación del estigma se da principalmente como resultado de las acciones de actores armados y se encuentra fuera de ‘la esfera de influencia’ de los civiles; estos poco o nada pueden hacer para evitar que los armados los consideren enemigos y los estigmaticen. De hecho, aún cuando la población civil trata de mantenerse ajena al conflicto y ajena a los intereses y acciones de todos los grupos armados, esta población es estigmatizada por los dos bandos; como sucede, por ejemplo en San José de Apartadó. Aquí, como en el Salado, la población es acusada de ser cómplice de la guerrilla y de los paramilitares al mismo tiempo. De esta forma, resulta perjudicial para la población tomar un papel activo en el conflicto, pero lo es también tratar de mantenerse ajena a éste. Se encuentran en una encrucijada sin salida: malo porque sí y malo porque no.

The MadHatter


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