La culpa es de Ingrid…(Teorías de la Conspiración)

La culpa es de Ingrid…

Mucho se ha dicho sobre los sorprendentes resultados del domingo. La naturaleza sorpresiva de estos resultados es un punto común entre todas las corrientes (probablemente ni el mismo Santos esperaba una victoria tan abrumadora…), pero nadie parece ponerse de acuerdo frente a las causas de este fenómeno. Ha habido todo tipo de explicaciones, tanto de los ganadores como de los perdedores y probablemente todas tengan algo de cierto.

Están, por un lado, aquellos que alegan un fraude y una compra masiva de votos y sostienen que “(…) El voto Amarrado y la Makinaria son los Grandes Vencedores …La Lechona, las Tejas y el Cementoo ….Mueven Masas!!!” (Rebelarte). De otra parte, están también los que sostienen que la victoria naranja (o cualquiera que sea el color de Santos) es el resultado de una amoralidad y falta de sentido ético del pueblo colombiano, y expresan su profunda decepción hacia Colombia. Este tipo de personas son las que llenan sus páginas de Facebook con frases como “nos tocó irnos a vivir al Putumayo, el único lugar decente del país” o frases de un sentido dolor patrio tales como “cuando creo que [Colombia] no me puede decepcionar más y decido empezar desde ahí con fe, me demuestra que siempre puede llevarme a niveles más profundos de decepción…” (Tovar).

Este tipo de personas son bastante paradójicas puesto que a pesar de querer encarnar el emprendimiento y la democracia, son en realidad bastante antidemocráticas y derrotistas. En primer lugar, condenar a 6’000’000 de personas desde un supremo pedestal ético por haber cometido la ‘atrocidad’ de votar diferente –de pensar distinto- es desconocer no solo la posibilidad de estar equivocado, sino atentar contra uno de los pilares de la democracia como es la libertad de expresión y de pensamiento. ¿De cuando acá la sed de unanimidad y la censura de lo diferente pueden ser consideradas como democráticas?

En segundo lugar, creo que este tipo de personas son derrotistas. Son derrotistas en la medida en que se creen vencido por un ‘establecimiento’ omnipotente, y buscan las causas de su derrota no en sus propias faltas o carencias sino que prefieren adjudicar su pérdida a las acciones de sus contrincantes.

Pero, por supuesto, no son estos los únicos puntos de vista. Se puede encontrar también a aquellas personas que, tratando de superar su desilusión y tristeza, intentan exponer ‘racionalmente’ las causas del fenómeno Santos. Sin embargo, no logran su cometido: este grupo tiende a acudir a explicaciones algo siniestras y profundamente conspirativas como aquella que sostiene que la derrota de Mockus es consecuencia del “susto al ‘salto al vacío’ que pregonan los jinetes del apocalipsis, esas fichas del Gobierno que pasan por columnistas independientes” (El Espectador, Rodríguez).

Evidentemente, también existen las explicaciones de los ganadores, que intentan justificar su triunfo como algo más que un simple golpe de suerte. En este lado de la contienda encontramos fundamentalmente a dos tipos de personas. De un lado, está el ‘santista’ puro y duro que sostiene que el triunfo de Santos es consecuencia de la gran capacidad del candidato y de su gran desempeño en su carrera pública. Del otro lado, está el ‘uribista’ de pura cepa que sostiene que la victoria de Santos es el resultado de la obra del presidente Uribe y que fue por el guiño de este último que Santos ganó las elecciones.

Como se puede ver, los puntos de vista sobre las causas y los culpables (para bien o para mal) de la victoria de Santos son muchos y no alcanzan a ser enumerados en su totalidad en este espacio. Sin  embargo, yo creo que todos ellos están equivocados y que ninguno ha sabido ver al verdadero culpable de este acontecimiento.

Si de encontrar un culpable se trata, de hecho este ejercicio podría ser catalogado como deporte nacional, considero que todas las miradas deberían dirigirse a Ingrid Betancourt. No se sorprendan, creo que ella es la culpable del ascenso de Santos desde sus inicios en la vida pública. La evidencia está ahí: fue ella una de las integrantes del equipo de ‘Juan Manuel’ cuando comenzaba como Ministro de Comercio Exterior y fue en parte gracias a la labor de esta dama que Santos tuvo un buen ministerio. Posteriormente, como consecuencia de su filiación al Partido Liberal y su anti-samperismo cruzó su camino en varias ocasiones con el candidato de la U. Finalmente, y quizá sea el acontecimiento más conocido, Betancourt fue secuestrada cuando competía por la Presidencia de la República en el año 2002.

Pues bien, resulta que de no haber sido por aquel secuestro Santos probablemente jamás habría tenido la notoriedad que tiene hoy. Fue como consecuencia de aquel secuestro que se llevó a cabo la operación Jaque, en donde fue rescatada la ex-candidata colombo-francesa. De no haber sido por esta operación militar, Juan Manuel Santos no habría pasado de ser un Ministro de Defensa/Guerra más de la larga lista de personas que han ocupado aquel cargo. Ni siquiera la operación contra Raúl Reyes habría sido suficiente para lograr lo que logró con la operación Jaque, y sin este logro Santos no habría tenido verdaderas posibilidades en la carrera presidencial.

Hoy las tiene, y probablemente sea el próximo Presidente de Colombia. Es así como todos aquellos que buscan una explicación a la escalada de Santos –una persona que jamás ha ganado ningún puesto de elección popular- deben dirigir sus pasiones hacia Ingrid; el candidato de la U no habría sido nada sin ella. Para todos aquellos que quieran un culpable… la culpa es de Ingrid. La pregunta que queda ahora es si todo esto fue coincidencia o no, puesto que no faltará quien diga que esto es el fin de un macabro plan ideado entre Santos y Betancourt hace más de 20 años para colocar al primero en la Presidencia y otorgarle a la segunda un rol de ‘diva’ que ya nadie le podrá quitar.

The MadHatter