Por favor, no en nombre de la justicia…
“Se ha hecho justicia” dice hoy el encabezado de varios periódicos en todo el mundo, citando el Presidente de Estados Unidos Barack Obama. El presidente se refiere a la muerte de Osama Bin Laden, como exitoso resultado de una operación militar.
Ahora, antes de continuar, aclaro que en ningún caso lamento la muerte del citado terrorista. No obstante, no creo esta sea propiamente la aplicación de la justicia.
Creo que fue lo correcto. Había un serio asunto de honor de por medio, “si usted mata a mi gente, yo voy y lo mato a usted”. Tiene sentido. Yo también quiero que si vienen y me matan mi gobierno vaya y los mate a ellos. (No solo a mí, si matan a la gente a mí alrededor, si amenazan mi vida diaria, mi seguridad). PERO eso no implica que sea justo.
La definición de justicia se me sale de las manos, pero me voy a ir por lineamientos básicos (muy básicos y, como vienen de mi, seguramente equivocados).
Digamos que entiendo justicia de una manera muy romántica. Así, la justicia es la forma de restablecer “la energía universal” para que las cosas vuelvan a estar bien, luego de un evento que causó la injusticia. Entonces, estoy en desacuerdo con que sea igual a equidad. No todos en el piso – ni todos en la cama- es justo, sino que el que “se merece” la cama en la cama y el que no, en el piso.
De ahí que el “objetivo” de la justicia fuera matar a una persona me parece triste. Me parece triste porque el daño que causó no es fácilmente saneable, no es que lo hayan matado y aparezcan hologramas de todos los que murieron el 11 de Septiembre y todos contentos. Esto lo entendieron los judíos luego del Holocausto y, en vez de andar por ahí matando gente, juzgaron a los Nazis – Eichmann, Nüremberg – y si, los condenaron a muerte, pero creo que es clave que los hayan juzgado. En “someterlos al aparato de la justicia” hicieron un poco más de “restablecimiento de energía”: se recontaron los hechos, se levantaron cargos, las víctimas oyeron y vieron a sus victimarios en un estrado – chiquiticos – respondiendo por el daño que les hicieron y tuvieron la oportunidad de acusarlos. En casos con extremos se trata de conjurar el daño, creo, no solo de borrar al victimario.
Además, en ponerles un abogado, un juez, una ley todo adquiere un toque de legitimad y de solemnidad que fundamenta con mucha más fuerza la condena, deja de ser una represalia individual (ojo por ojo, diente por diente) y se vuelve un “usted hizo mal y lo vamos a castigar. – el problema con el ojo por ojo y el diente por diente es que quedamos con dos tuertos y dos muecos. Y ya.
A lo que voy es que a Bin Laden lo mataron y ya. A Hussein en cambio lo cogieron, lo juzgaron y lo mataron. Da la misma, quizás. Pero en el segundo caso, digamos y a pesar de que era evidente el resultado, como en Nüremberg, hubo un espacio. Un espacio, para pensar, para acusar, para reflexionar, recordar a los que murieron, de silencio, lo que quieran. Pero hubo un espacio en el tiempo.
Ayer, en cambio, no hubo este tipo de espacios. Y Bin Laden no los merecía, en absoluto, pero de pronto si sus víctimas o sus familias… Que lo hayan matado me parece perfecto, pero quizás había formas mejores para hacerlo– incluso más humillantes, y de pronto sí que se merecía la humillación-. La Justicia es una herramienta de todos los de mi sistema universal de energía, de pronto mucho más que de los malos. El derecho al debido proceso – a que el asesino tenga un buen abogado – asegura que lo metieron a la cárcel con todas las de la ley, que no fue un capricho, que fue justo.
Entonces, lo mataron. Muy bien. ¿Y qué? Pero ese no puede ser el objetivo, matar a Pepe. Tiene que ser tener una sociedad buena y la justicia es para llegar allá, no para matar a Bin Laden. A Bin Laden que lo maten en nombre de otros, en nombre de todos, en nombre de lo que quieran, pero, por favor, no en nombre de la justicia.
Aquí en Colombia sí que nos pasa. Se trata es de dejar de pelear, por favor. A mi qué quién esté vivo o no si no puedo ir a pasar mis vacaciones al Urabá. La “justicia transicional” (que es la que pretende superar conflictos) trata de “reconciliar” de “restablecer la energía” y matando gente, por lado y lado, no va a pasar de a mucho, a menos que nos matemos todos y entonces ahí sí que queda la energía quietica.
Oruga
Encarrolizando